3 palabras monstruosas

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Decía Álex Grijelmo (Burgos, 1956) que el diccionario es solo el pórtico de las palabras. Una vez que traspasamos ese pórtico, las palabras se descubren ante nosotros según su origen, concepto, significado dentro de la frase o su sonoridad. Y es que las palabras tienen un mensaje oculto con respecto a lo que evocan. Tienen una fuerza de seducción que no reside en la función gramatical de cada palabra (poco nos importa si son nombres, verbos o adjetivos) ni en su significado. Su magia se encuentra en su sonido, en la historia de la palabra, cómo ha evolucionado y cómo se ha comportado con otros términos.





Las palabras ostentan un poder que pasa muchas veces desapercibido en una comunicación. Es un elemento subliminal cargado de fuerza con gran musicalidad en cada una de sus sílabas. Llegan directamente a nuestros sentimientos en forma de frío o calor, ocurre en publicidad, en política o en poesía. Por ejemplo, ¿no os da la sensación de que la vocal i tiembla de frío? iceberg, hielo, frío. Lo mismo que la o, tan redonda y rellenita, connota algo gordo y orondo. ¿Y qué me decís de las palabras que denotan algo grande, inmenso y, en ocasiones, monstruoso? Aquí os dejo tres palabras que, por su sonoridad, no tienen medida, han quedado desfasadas o son ciclópeas. 


Tricotosa

Me recuerda algo grande y desproporcionado. Las dos oes ayudan a que me imagine un objeto de proporciones descomunales. Este sustantivo tiene su origen en el francés. Hoy en día lo entendemos como una máquina para hacer tejido de punto o, y esto ya es un poco más antiguo, a una operaria que trabaja con una tricotosa. Apareció por primera vez en el Diccionario general y técnico hispano-americano de Manuel Rodríguez Navas y Carrasco en 1918. Con tanto tricotar por aquí y por allá, en 1974 se empleó más esta palabra, pero hoy en día ha quedado obsoleta en nuestro vocabulario.
Catalítica

O más comúnmente conocidas como estufas de gas con llama azul. Su sonoridad me transporta a un mundo antiguo, quizá por su similitud por el periodo Calcolítico o Edad de Cobre. Vete tú a saber los chanchullos que hay por mi mente. En cualquier caso, esta palabra viene del griego καταλυτικός katalytikós, y se refería a algo capaz de disolver o de poner fin. En la actualidad, se relaciona con la catálisis, que es la variación en la velocidad de una reacción química producida por la presencia de un catalizador. Tomen sus propias conclusiones. 

Maxicosi

Sí, también me parece monstruosa. Lo curioso es que está palabra está relacionada con el maravilloso mundo del bebé. Una maxi-cosi es una silla para el coche con un montón de características y certificados llenos de color y variedad. A mí el maxi ya me lleva a algo máximo, y la o de cosi ya ni te cuento. Una cosa máxima, grande. ¿Os imagináis un planeta de bebés gigantes? Es más, yo me imagino a un bebé de 800 toneladas diciendo maxicosi, quizá así empezó el big bang, ¿quién sabe? Seguro que la maxi-cosi viene de un mundo extraterrestre, por que si no, no me lo explico.


¿Y a vosotros, qué palabras, por su sonoridad, os remiten a algo grande, descomunal, gigantesco y sinónimos por el estilo? Podéis extrapolar el ejercicio y dejaros seducir por palabras que os transmiten amor, calor o vergüenza. Para terminar, os recomiendo el libro La seducción de las palabras, de Álex Grijelmo (2000, Santillana), una delicia que no debéis pasar por alto: Las palabras denotan porque significan, y connotan porque contaminan. 


Escrito por María Bravo.





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