"El asesino hipocondríaco", de Juan Jacinto Muñoz Rengel

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Hasta donde mi memoria alcanza a recordar, mi relación con los médicos comenzó un 4 de abril de 1971. Entré en la clínica de aquel odontólogo como un niño sano y feliz, y salí con un diagnóstico de frenillo de labio inferior traccionante e insuficiente banda de encía queratinizada, con la sensación de que perder todos mis dientes era ya solo una cuestión de tiempo, y sin ser capaz de volver a sonreír jamás. Luego, mi cuerpo transido de enfermedades me ha obligado a depender de los médicos allá donde estuviera (pág. 183). 

Random House Mondadori
Género: humor negro
País: España
Año: 2012
Páginas: 215
En el blog siempre suelo recomendar libros que lo merecen y dedicar una reseña por la buena pluma de los escritores. De hecho, rechino ante la idea de publicar una entrada explicando porqué no me ha gustado una novela. Y más si el autor es español. Así que vista la portada, leída la introducción, ya sabéis por dónde van los tiros con El asesino hipocondríaco. 
     Lo he dejado claro. Más que no gustarme, me ha parecido floja. La novela trata sobre un asesino a sueldo, llamado M. Y., que está obsesionado con todas las enfermedades y síndromes que campan a sus anchas por su cuerpo. Cada día que pasa, se sorprende de estar vivo. Esto se complicará cuando reciba el encargo de matar a Eduardo Blaisten, y todo resultará ser un desastre. 
     Hasta aquí, Muñoz Rengel nos presenta una idea original. Yo, al menos, nunca había escuchado de un desastroso asesino a sueldo que encima sufriera de hipocondría. Solo por ello, el libro te llama desde la estantería. Aunque la portada es muy atrayente y tiene decenas de detalles curiosos (mencionada ha quedado). 
     La historia nos la cuenta el propio M. Y. en tiempo presente, aunque en ocasiones lo intercala con el pretérito para contarnos algo referente a su profesión o su enfermedad. Conoceremos a los principales escritores que sufrieron toda clase de enfermedades durante toda su vida, como Poe, Kant, Tolstoi, Swuit o Descartes (que pienso, concho, pero M. Y. es asesino, no literato). Aprenderemos síndromes extraños y truculentos que parecerán sacados de la chistera de Tamariz, como el síndrome del Acento Extranjero, síndrome de Proteus, síndrome de Meniere o síndrome del Espasmo Profesional.
    Creo que el narrador es un acierto, al igual que la información adicional sobre los escritores (aunque sigo pensando que a un asesino a sueldo poco le importa la vida de tanto escritor, a no ser, claro, que confiese su afición, cosa que no hace). En su totalidad, resulta un libro entretenido y encima aprendes con él. Sí, eso es lo que se ve en la superficie. Pero hay aspectos cogidos con pinzas, aspectos que ralentizan la historia. Tú vas leyendo las peripecias de M. Y de pronto ¡zas!, parón y relato literario. Quizá lo podría haber unido a la trama principal.  Bueno, no seré yo quien resuelva este conflicto.
Edición francesa
      En total, en la novela creo que transcurren un par de días. Lo que me choca es que el asesino lleva un año y medio intentando matar a Eduardo Blaisten. ¿Qué asesino puede durar tanto tiempo con el mismo encargo?, y, lo más gracioso (un 'gracioso' con la ceja levantada), la persona que le ha encargado el trabajo sucio ¿no se ha cansado de esperar? Caray, ya te cuesta moralmente mandar el encargo como para torturarte un año entero con la idea de que esa persona sigue viva. Pero, mira, he de reconocer que me ha gustado quién lo encarga, cómo se descubre y que exista un enlace. No obstante, lo improcedente está en la razón del encargo. En la página 208 ya se sabe la razón, y viene a decir algo así como que esa persona es una mandona y una tarada y por eso decidió matarle. ¿Perdona?, ¿no hay más explicaciones? Desde luego, es una razón de peso. Sí, señor, vaya trayéndome una ración de ironía. 
     El problema no está en el libro, sino en el autor. Recordando el verbo matizar, vamos a hacerlo efectivo. El libro me habría gustado si lo hubiera escrito otra persona con un currículum diferente. Me explico, un escritor doctor en filosofía, que ha colaborado en importantes publicaciones, que ha sido reconocido en distintos certámenes literarios y que encima su novela ha sido elogiada por escritores de renombre en nuestro país (no lo digo yo, lo dicen las solapas del libro) debería de haber escrito algo superior a lo que acabo de leer. Y me atrevo a redundar con un muy superior o un muchísimo más superior. 
 
Me he reído en ocasiones, pero eso no ha bastado. Así que no creo que Muñoz Rengel vuelva a caer en mis manos. No creo que vuelva a escribir otra entrada sobre alguna de sus novelas. Acabamos así, lo siento, ¿con el síndrome de la Indiferencia?, ¿con el del Lector Crítico? No, siempre queda algo positivo, hasta cuando los planes no salen como uno se espera.

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4 comentarios

  1. orggg que mal rollo! jejejeje no se yo si me llama mucho y si dices que es flojillo y tal.. lo dejo

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    1. Igual te gusta. Buscando en Google, he visto que casi todas (por no decir todas) las opiniones eran favorables. Así que yo debo ser un bicho raro jejeje.
      ¡Gracias por el comentario! :)

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  2. Bueno, me alegro de que a pesar de que no te haya gustado mucho el libro, te hayas reído y hayas aprendido algo!
    Te sigo y te dejo mi blog por si quieres pasarte!
    Un beso^^
    http://viviendoennuestrocuento.blogspot.com.es/

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    1. ¡Hola, Marina!
      Sí, además, creo que a veces hay terminarse un libro que no te satisfaga especialmente para saber tener una crítica de él. Pero vaya, no me arrepiento de haberlo leído :)
      Muchas gracias por el comentario y por el enlace de tu blog. Ya sabes que puedes comentar siempre que quieras, y si alguna vez quieres dejar algún enlace a tu blog en referencia a alguna de mis entradas, siéntete libre de hacerlo :)

      Un saludo
      María Bravo

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